
- Espresso doble cortado. Pedí a la mesera, que sonriente asintió con la cabeza y se retiro a la barra para traerme mi orden. Encendí un cigarrillo y me levanté de mi mesa para pedir que pusieran una canción, mejor aún, un disco. Le entregué al joven que atiende la barra a los Deftones, el disco homónimo. Sonrío al ver la placa. Regrese a mi mesa, y en el trayecto noté que el lugar estaba vacío, salvo por la presencia de los dos empleados y yo.
Me senté, mientras en las bocinas del estéreo comenzaron a resonar las primeras notas de “Anniversary of an uninteresting event”. Me quedé absorto, meditabundo, con la mirada fija en el humo del cigarrillo, del cual emanaban formas caprichosas; las cuales flotaban y se movían en el aire como si de fantasmas con vida propia se tratasen.
Llore. No de tristeza, bueno, tal vez si. Pero en mi alma sentía que ella estaba bien, que aun me amaba de la misma forma que yo a ella. La mesera me entregó mi orden: una taza de café, una cucharilla, un frasco con azúcar moscabada y el diario. Preguntó si me sentía bien, y basto con una sonrisa para que entendiera.
Quise beber mi café, pero de pronto, de mi taza emergió ella, mejor dicho, su alma. Me miró y flotó hacia mis labios. Al besarla se desvaneció en el aire junto con mi esperanza de volver a verla.
Quizá la vea de nuevo... Quizá en otra vida.
Me senté, mientras en las bocinas del estéreo comenzaron a resonar las primeras notas de “Anniversary of an uninteresting event”. Me quedé absorto, meditabundo, con la mirada fija en el humo del cigarrillo, del cual emanaban formas caprichosas; las cuales flotaban y se movían en el aire como si de fantasmas con vida propia se tratasen.
Llore. No de tristeza, bueno, tal vez si. Pero en mi alma sentía que ella estaba bien, que aun me amaba de la misma forma que yo a ella. La mesera me entregó mi orden: una taza de café, una cucharilla, un frasco con azúcar moscabada y el diario. Preguntó si me sentía bien, y basto con una sonrisa para que entendiera.
Quise beber mi café, pero de pronto, de mi taza emergió ella, mejor dicho, su alma. Me miró y flotó hacia mis labios. Al besarla se desvaneció en el aire junto con mi esperanza de volver a verla.
Quizá la vea de nuevo... Quizá en otra vida.
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